viernes, 21 de diciembre de 2012

¡Feliz año!

Me incorporo a la tanda anual de buenos deseos para el año próximo, algo que es una hipótesis lejana e improbable por más que la fabrica de chorizos Campofrío, manda narices, se empeñe en vestirlo de tierna tarea nacional sin alusión alguna al número creciente de ciudadanos excluidos. Ahí van mis mejores deseos para todos. Para todas. Para mujeres, hombres y niños. Con una sola excepción. La de quienes nos han robado  el tiempo a plena luz; arrebatado el pasado, los proyectos de futuro y nuestros recursos privados y colectivos y a los que prueban cada día a mi hijo que la honestidad, la coherencia y la sinceridad son falsedades sin más trascendencia, incluso necesarias, pese a mis enseñanzas contrarias. Tampoco se lo deseo a quienes le harán vivir mañana peor de lo que vivía ayer, disfrazando las ansias de codicia de las grandes corporaciones con eufemismos perversos; a los que duermen el sueño de los hombres y de los niños con cuentos y supersticiones o han escamoteado finales confortables de vida a cientos de matrimonios ancianos. 

Entre los que no incluyo, se encuentran los que han vendido los recursos públicos como si fueran suyos sin traba moral y sin reparar que son el resultado de los esfuerzos ciudadanos sumados y continuos en el tiempo. Dejo fuera al parlamentario prevaricador que reúne seguros, dietas, primas, ayudas para vivienda, gastos de transporte en una sola nómina libre de IRPF que multiplica por siete los ingresos brutos anuales del ciudadano medio. No felicito a quienes han rescatado los bancos con nuestro dinero y no apresuraron el paso lo más mínimo para impedir que la ejecución hipotecaria fuese una auténtica y pura ejecución sumaria castrense sin juicio previo. 

Me olvido en mis deseos del poli de la UIP, el que me dobla en estatura y músculo y me ha breado a modo en varias ocasiones mientras le levantaba las manos, le mostraba las palmas y le gritaba que esas son mis únicas armas. De Cristinita Cifuentes que me llama antisistema, del comisario jefe de Valencia para quien soy el enemigo o de Felipe Puig que ensaya a los mozos para molerme bien y sobre todo, de Andreita 'Que se jodan' Fabra, modelo de oradora, empatía y generosidad. 

 Incluyo en mis ausencias a los que han estafado, robado, defraudado, mentido o engañado con plena consciencia y, sin embargo, han merecido la impunidad de los tribunales, la indulgencia de los legisladores, la ceguera de la administración y el silencio de los cómplices o de los que no toman partido. Para todos ellos, mil gracias. Me habéis convertido y ahora deseo que Dios exista con tal de que haga llover fuego del cielo y os consuma en castigo al dolor que habéis causado y os disponéis a ocasionar. ¡Ah! y si me lo pide, estoy dispuesto, incluso, a arrimaros candela si falta.

viernes, 7 de diciembre de 2012

6 de Diciembre: #AranjuezDefiende la #SanidadPública

La Sanidad Pública universal y de calidad ha sido la base fundamental para el desarrollo del Estado del Bienestar y es uno de los pilares para asegurar la solidaridad y la equidad dentro de una sociedad, pues supone el esfuerzo de las personas con más poder económico y más sanas para permitir la atención sanitaria de los que tienen menos y están enfermos.

 En los últimos años hay una campaña generalizada para desprestigiar y desmantelar los sistemas públicos de salud, coincidiendo con el auge del neoliberalismo, que quiere privatizar los sistemas sanitarios públicos y que busca en ellos una oportunidad de negocio.

Esta tendencia internacional hacia el desmantelamiento de los sistemas sanitarios públicos afecta a todos los países en mayor o menor medida. En España se observan intentos por avanzar en la privatización de un sistema sanitario que goza de gran aprecio internacional, precisamente por su universalidad, fácil accesibilidad y carácter equitativo.

Son las CCAA gobernadas por el PP donde se han producido ataques más serios contra la Sanidad Pública , como sucede en Madrid o Valencia, por citar solo las más significativas. 

En esta campaña privatizadora juega un papel fundamental la estrategia de convencer a la opinión pública de las ineficiencias y problemas de funcionamiento del sistema sanitario público, cuando son los neoconservadores y neoliberales los principales responsables de esta situación mediante la introducción de nuevas formas de gestión empresarial, que con la disculpa de innovar, lo que en realidad buscan es poner por delante el ahorro, olvidando la calidad de la atención sanitaria. 

La introducción de formulas de gestión empresarial facilita la privatización de los centros, manteniendo la financiación con dinero público y olvidando que estas nuevas formas de gestión son modelos ya ensayados en el Reino Unido, donde han conseguido encarecer la construcción y puesta en marcha de los nuevos hospitales cuatro o cinco veces más que los del modelo tradicional.

Los grandes perdedores de estos cambios que se avecinan serán los ciudadanos, porque la calidad de los servicios sanitarios empeorará, y porque los modelos privatizados tienen unos costes muy superiores. Los ciudadanos se verán obligados a pagar para poder utilizar los centros asistenciales y, a la postre, una parte de la población, la más pobre y la más enferma, se verá excluida de los sistemas sanitario. 

La falta de interés político por la Sanidad Pública se concreta en la masificación y en las listas de espera para intervenciones quirúrgicas, para las consultas de los especialistas, las pruebas diagnósticas y, mas recientemente, para los médicos generales y pediatras. Todo ello desde una política de premeditado descrédito de la Sanidad Pública

Y se trata solo de los primeros pasos, puesto que hay una estrategia de avanzar de manera lenta y continuada hasta conseguir que el derecho a la protección de la salud deje de ser un derecho de todos los ciudadanos y pase a ser un privilegio para aquellos que puedan pagársela, dejando para los demás un modelo similar a la antigua beneficiencia. 

Todavía estamos a tiempo de salvar un Sistema Sanitario que esta valorado entre los mejores del mundo, por la calidad de sus servicios y sobre todo por su carácter universal, gratuito y solidario.


Por eso hacemos un llamamiento a todos los ciudadanos y profesionales de la salud a movilizarnos en su defensa. No podemos permitir que la Sanidad Pública se convierta en un negocio en el que unos pocos se beneficien a costa de la salud de todos.