viernes, 29 de julio de 2011

Aranjuez olímpico o más razones para el ¡Viva Islandia!

Más madera más, que son los Juegos Olímpicos; la más alta ocasión que verán los siglos después de la crisis.  La oportunidad más señera  para mostrar al mundo que somos más guapos, más altos y más rubios aunque sea como apéndice pequeñito del Madrid Olímpico y de cuyos beneficios para este Aranjuez nuestro con 140 millones de euros de deuda municipal, no terminan de ni de enunciar ni concretarse.

Eso si, dios mediante y con moción municipal unánime, volverá el canal de remo a nuestros pagos como las golondrinas a las rimas de Becquer. Con sus pequeños y grandes adosados si la crisis nos deja –aquí hay para todos-, con su interminable cicatriz de infraestructuras en las márgenes del Tajo y su repercusión en su escaso de caudal y su ya rala vegetación.

Es decir. Nos van a dar pero bien dados con esta reedición del Bienvenvenido Mister Marshall que nos dejará al cabo de los fastos tragando polvo en la carretera, vestidos con maillot y remos, en medio de un tremendo erial de cemento y con cara de bobos mientras se aleja hacia la puesta del sol la alegre caravana de banqueros y su no menos alegre botín.

No hay tío páseme Ud el rio. Ni las plusvalías inmobiliarias, ni una presunta fama y prestigio nacional, ni la reversión de hipotéticos beneficios económicos – en toda la historia olímpica solo una ciudad ha salido comida por servida - explican este nuevo desaguisado municipal en forma de alocada propuesta. Es como si la comunidad cristiana de Roma dirigiera una carta colectiva a Nerón pidiendo que triplicara los mártires. Ya digo. Inexplicable. Inexplicable y mentecato. Pero claro, teniendo en cuenta quienes nos rigen, absolutamente lógico.